Mentalidad abierta
Aquella mañana en Rophean, el rey había convocado a todos los miembros del gobierno. Los duques y condes esperaban las explicaciones del monarca, realizadas a través del chambelán Nodil. El informe de los amigos del rey, indicaba gran vulnerabilidad frente al enemigo. La amenaza desconocida osaba desafiar en el corazón del reino. La hechicería, usada en todo Rophean, era poco eficaz contra aquellos seres de aspecto reptil. Por primera vez en décadas, Grenik se sentía en peligro. Su principal herramienta era débil, cuando no inútil.
El monarca seguía con atención las palabras del chambelán Nordil. El trono de oro, con incrustaciones de rubí, tenía suficientes salientes para resultar incómodo. Sin embargo, aquella soporífera voz lo estaba haciendo ensoñar. Su esposa Izelle, sentada en un trono de plata, reflejaba un atisbo de esperanza ante las palabras del mayordomo. Murok, Elenthen, Sac, Spuff y Arkan se mantenían firmes a la derecha del trono de oro, bajo los cinco peldaños que elevaban a los monarcas sobre los demás. El pintoresco grupo era conocido en la ciudad por ser la fuerza de acción de Grenik en persona.
–Es por ello que debemos dejar de dar la espalda a los dioses –concluyó el chambelán –. Ahora, en Rophean, hay libertad de culto según real decreto. Así lo afirma nuestro rey Grenik, primero de su nombre.
El monarca se levantó del trono y elevó el cetro de mando sobre su cabeza. La punta de diamante se iluminó hasta formar una enorme esfera de luz azulada. De pronto, aquel acto quedó interrumpido por el Sumo Arcano. El anciano, regente del colegio Ulgrim, desvaneció el hechizo con un simple gesto. Acto seguido, encaró a su antiguo alumno y monarca de la ciudad.
–Creo que es una decisión incorrecta, Grenik. ¿Podéis asegurar que el enemigo es inmune a nuestra hechicería?
–Claro que puedo, Sumo Arcanum Mirnail. Mis hombres lo han experimentado en persona. Incluso emplearon una bola de fuego. El resultado fue menor del esperado. La naturaleza de su magia es similar a la nuestra, tal vez superior. Necesitamos ayuda del templo de los diez. La fuente de su poder es distinta a la nuestra.
–Y habéis probado la magia divina contra esta amenaza, por lo que deja entender su majestad.
–Lo cierto es que no hemos podido encontrar a un sacerdote. Los que abundan son seguidores de Siamat entre la colonia de elfos de Rophean, nada que pudiera sernos útil.
–Ya veo… Ni siquiera habéis medido las fuerzas reales con ese supuesto enemigo. Ya debería estar acorralado o, incluso, neutralizado.
–Es escurridizo. No ofrece un combate cara a cara. Su intención es quedarse en la capital. Disponen de una base oculta, para ser más preciso, y están fuera de nuestra mirada. Hay que tomar medidas preventivas. Pueden hacernos mucho daño si tienen el respaldo de un ejército. Debo hacer lo posible para erradicar esta amenaza.
–Veo necesario un examen más profundo del problema. Lamento no haber conocido esta situación mucho antes.
–He informado al Sumo Arcanum cuando ha sido posible, es decir, ahora mismo. No he podido evaluar la amenaza hasta ahora. Ponga a toda la escuela Ulgrim a recabar información. Voy a abrir nuestra frontera al culto de los diez. Esto mejorará la relación con el imperio de Golinath, la patria de mi esposa.
–Puedo asegurar que mi padre –intervino de súbito la reina –, el emperador Telnius, aceptará esta medida con agrado. Las tensiones con el que llamáis imperio del otoño, han sido nulas aunque tampoco ha habido mejoría, majestad. Es buena idea aproximar lazos con esta medida. Se vería como un acto de generosidad por vuestra parte. Felicito tan sabia decisión.
–Gracias, querida esposa. Es una buena razón para seguir adelante con este decreto. Las relaciones entre el imperio y Rophean han estado siempre pendientes de un hilo, hasta nuestros días. No se atreva a disipar el hechizo de nuevo, Sumo Arcanum.
–No se me ocurriría, después de escuchar tales ventajas. Si me perdona, majestad, debo regresar a Ulgrim. Recabaré todo el conocimiento necesario para que esté a su servicio.
Tras realizar una serie de gestos, el anciano se desvaneció en el aire. Había usado un hechizo de traslación. Estaba de vuelta en la torre principal de la escuela de hechicería. El rey Grenik realizó el hechizo que su maestro había disipado, bañando a todos los congregados con una luz azul. Al instante, la burbuja explosionó, dejando el decreto real en la mente de cada súbdito. La noticia fue recibida con alegría. Las calles comenzaron a poblarse de gente, celebrando la ocasión. Tanto en Rophean como en las ciudades de Sulivan, Encuentro y Ulnis, los festejos se extendieron durante dos días. Hasta el colegio Ulgrim se tomó un descanso. Más del cuarenta por ciento de los habitantes practicaban el culto en secreto. Era algo conocido, perseguido en tiempos del rey Ulnis. Aquella persecución fue disipándose hasta aquellos días. En aquel momento, seguir cualquier culto de los diez era algo mal visto y no una razón por la que morir.
Howard tenía motivos para festejar aquel decreto. Su mujer Margaret era practicante. Invitó a la tercera copa que se consumiera en la Posada Sombría. El local se pobló de clientes de todas las razas que habitaban Rophean. Abundaban los humanos aunque había una docena de enanos, ocho elfos, una mesa con veinte familiares de Sac, todos de pico inquieto, y dos minotauros hembra que habían escuchado las historias de Murok.
Los amigos del rey llegaron a media tarde sin esperar toda aquella concurrencia. Muchos se acercaban a saludarles. Atribuían el mérito del rey a aquel pintoresco grupo. Howard les hizo hueco en la barra y sirvió las bebidas favoritas de cada uno. Elenthen era uno de los más alegres. Los elfos adoraban a Siamat por encima de los diez. Su culto era incondicional y practicado cada semana. Aquella medida suponía un alivio para la colonia de la ciudad. Tomó su laúd y saltó al escenario, iniciando una de las canciones más conocidas.
Arkan tomó asiento entre Sac y Spuff. Su semblante reflejaba preocupación. Sac chocó el hidromiel contra la jarra del bárbaro y bajó del taburete. El hombre pato se aproximó a saludar a sus familiares y desapareció, confundido entre ellos. Sus sobrinos se desvivían atendiendo las abarrotadas mesas del local. Murok fue abordado por las hembras de su especie. La atención del minotauro quedó eclipsada ante la única compañía válida para él. Tal vez fueran las únicas de su especie en toda la ciudad. Spuff chocó la jarra con la de su amigo, sacándolo de su ensoñación.
–¿A qué viene esa cara, bárbaro? Volvemos a abrazar a los dioses. Es un hecho histórico. Y un alivio para mi pueblo. Kuthok podrá ser adorado sin tapujos.
–No tengo este abatimiento por el decreto real. He sentido… Un presentimiento, amigo. Un mal augurio.
–Bueno, si has pensado que vamos a morir todos… Es algo que va a ocurrir tarde o temprano. Es mejor que ocurra en un buen combate o entre las tetas de una mujer.
–No se trataba de mí, o de nosotros. Era Grenik. Lo he notado… en peligro verdadero.
–Eso es más serio… Si muere el rey, se acabó el privilegio de ser sus amigos. No habrá más cerveza gratis… hay que evitarlo como sea.
–¿Ya estás borracho?
–Un poco. He tomado una lágrima de Siamat. Si la mezclas con cerveza de mi pueblo, forma una combinación excepcional. Te la recomendaría pero eres humano, no aguantarías ni un sorbito.
–Cómo te atreves a menospreciarme, enano… ¡Howard! ¡Sírveme una lágrima de Siamat y una jarra de cerveza enana! –El pelirrojo posadero colocó la bebida y un frasco azul frente al bárbaro. Retiró con rapidez las monedas que Arkan había dejado en la barra. –Te voy a demostrar lo que vale este humano.
El bárbaro bebió con tanto ímpetu que chocó con el cliente de su derecha. El sitio de Sac lo había ocupado una figura encapuchada. Cuando su codo golpeó el lateral de aquel individuo, sintió la armadura. Aquel huésped de la posada, bajó la capucha para mostrar un rostro de mujer.
–Ten más cuidado, bárbaro. Casi me haces caer del taburete.
–No te acerques tanto, mujer. Te encontrarás con otra parte de mi cuerpo como te descuides.
La reacción de la viajera fue rápida. Arkan cayó al suelo cuando su taburete salió despedido por una fuerza invisible. Con la espalda sobre los tablones de la posada, Arkan trató de levantarse. Al instante tenía el filo de una daga en el cuello. Spuff alcanzó su hacha, apoyada en la pared, y se quedó frente a ella.
–¿Quieres pelea, chica? No sabes con quien te enfrentas…
La mujer evaluó su entorno. La música había parado y toda la posada estaba en guardia. Podía escuchar hasta los murmullos de los practicantes de hechicería. Guardó su filo en la cintura y se apartó del bárbaro. Arkan se levantó con una sonrisa.
–¿Quién eres?
–Me llamo Zahi. Quiero disculparme. He tenido problemas en otras posadas de la ciudad y no quería que me atacaran de nuevo.
–Me llamo Arkan, de las regiones de Oid. Aquí eres bienvenida, junto a los amigos del rey. –El bárbaro mostró su emblema, perdido entre las pieles crudas que formaban su vestimenta. –¿Qué te ha traído por aquí?
–La profecía.
–No sabría adivinar a qué te refieres. ¿Salgo yo en tu profecía?
–Tal vez. Si dices ser amigo del rey, es probable.
Sac se abrió paso entre los clientes de la taberna. Su escasa altura no ayudaba en aquel proceso pero su voz estaba embriagada de autoridad. Los familiares reunidos con él le infundían mayor seguridad al hechicero acárido. Elenthen también cedió a la curiosidad y siguió al hombre pato, dejando al público con ganas de más canciones.
–A mí me gustaría saber más sobre esa profecía.
–¿Otro amigo del rey? –Se interesó Zahi.
–En efecto. Somos cinco. –Sac señaló a los demás compañeros. –Howard, abre la sala de reuniones. Tenemos que tratar un asunto importante.
La cantidad de personas reunidas en la posada dificultó el acceso a la habitación. Howard distribuyó a los sobrinos de Sac en la barra y abrió la puerta. Cuando entraron en la sala, Zahi comenzó su explicación.
–Soy estudiante de último curso de la escuela Ulgrim. Quería pertenecer al cuerpo de élite Prior. Me ofrecí a completar el conocimiento antiguo y ofrecer un trabajo de investigación para que me admitieran. Me sumí en el estudio del tomo Lirnail, que narra la llegada de los dioses y la creación del mundo tal y como lo conocemos.
–Pero el tomo Lirnail es un texto religioso. No se estudia en la escuela de hechicería sino en el templo de Silu.
–Es el más antiguo que conservamos, hechicero Sac. La palabra más antigua se encuentra entre esas páginas. En el libro encontré la profecía del fin de nuestro mundo. Y el desastre comienza en esta región. Rophean está en peligro.
Si aquella mujer hubiera llegado dos meses atrás, la mesa hubiera estallado en carcajadas. Bajo los acontecimientos que habían vivido, representaba la confirmación de una amenaza mayor. Elenthen, Arkan y Sac suplicaron por conocer la profecía completa. Zahi, se armó de paciencia y comenzó a contar desde el principio. Aquella exposición se extendió hasta las primeras luces del alba.