Celebridad inalcanzable
Greg Tavinski llegó al despacho ahogando las constantes llamadas. En el teléfono móvil se acumulaban los mensajes de la sección D-32. Los compañeros le apremiaban para que llegara a su despacho cuanto antes. En el escritorio, esperaban Johnson y Edwards con el expediente abierto.
–¿Qué coño ocurre? ¿Quiénes son ustedes?
–Señor, somos Harold Johnson y James Edwards. Nos envía el capitán Smith. Estamos bajo su mando –dijo Johnson.
–¿Hay sucesos inexplicables en esta misión? –Greg tomó asiento en su silla de trabajo –¿Hechos fortuitos o continuados?
–No se trata de esa clase de fenómenos –contestó Edwards –. Es un caso reciente. Sospechoso de actividades subversivas. Debemos detener a una estrella del Hip-Hop.
Edwards mostró a su superior las imágenes de como un hombre caucásico, vestido de rapero donde el blanco era el color protagonista, agredía en un escenario a otro tipo. Lo único que dijo fue que el equipo de audio estaba desconectado. Tras aquella información se produjo el gancho a la mandíbula. El público alrededor comenzó a abuchear al artista. Aquel video tenía más de un millón de reproducciones.
–¿Quién es este tipo?
–Se hace llamar Fifty Five m&m´s. No hay rastro de su nombre real. Es como si acabara de aparecer entre nosotros. Se ha hecho famoso en American Idol por sus conflictos.
–Es un nombre artístico, en los registros no figura nadie con una descripción parecida. Tampoco tenemos sus huellas o una radiografía dental que nos indique que existe. –Edwards había tomado la fotografía del expediente para indicar aquellos rasgos característicos del sujeto. La dejó caer sobre la mesa con descuido. Tavinski la atrapó antes de que cayera al suelo.
–Este tipo es un fantasma. No hemos podido encontrarnos con él cara a cara.
–¿A qué se refiere, Johnson?
–Su lugar de residencia es un misterio.
–Lo hemos perdido siempre en Brooklyn.
–Entonces tienen un lugar por donde empezar. Pregunten por el barrio y vayan acotando las calles. Denme unos minutos para leer el expediente. Iré con ustedes.
Los agentes se miraron entre ellos con extrañeza mientras tomaban asiento. No era corriente que un superior se involucrara en el caso. Aquel departamento tampoco era común. El capitán Tavinski estudió el informe al detalle. Aquel hombre tenía algo especial que había visto antes. Daba indicios de poseer alguna clase de habilidad, además del Hip-Hop. La acusación de secuestro estaba llena de vacíos argumentales. Parecía que alguien estuviera interesado en acusar a aquel artista hasta por respirar.
Tanto en la agresión como en el secuestro se habían hiperbolizado los hechos, por no mencionar las contradicciones. La víctima se marchó con el secuestrador sin oponer resistencia. Los dos eran celebridades. El rapero blanco había quedado segundo en el concurso de American Idol, generando alguna polémica por liarse con otras concursantes. Kaetishia, El nombre artístico de Karen Warren, había quedado en primer lugar. Eran el centro de atención hasta la siguiente edición del programa. Para Tavinski, aquel caso era una llamada de atención. Algo para atraer a los medios y hacer dinero por el camino. Cuando el capitán leyó el informe completo, los tres accedieron al parking del edificio. Tomaron un sedán negro. Johnson condujo el vehículo, Tavinski ocupó el asiento del copiloto.
–He estado dando vueltas a este asunto desde que habéis contactado conmigo. Todavía no entiendo qué puede aportar mi departamento en este caso, lo formamos mi secretaria y yo.
–Lo necesitamos por su especialización –dijo Edwards alzando un poco la voz desde el asiento trasero –. Usted controla aquello de las fuerzas psíquicas y los fenómenos paranormales. Este hombre es peligroso en ese sentido.
–Entiendo. Quieren que lo neutralice, llegado el caso.
–En efecto, aunque confiamos que todo se desenvuelva de forma pacífica.
–También confían demasiado en mis capacidades. Intentaré estar a la altura.
Dejaron el coche estacionado y se movieron a pie por los alrededores de Prospect Park. Pudieron acotar la búsqueda de aquella estrella tras preguntar por los establecimientos y a los propios vecinos. Se movía por Sterling Place, entre las avenidas de Rochester y Albany. Muchos testigos señalaban la zona como su residencia. Realizaron un descanso para almorzar y llevaron el coche hacia aquellas calles. A mitad del trayecto, Tavinski señaló un edificio concreto.
–Debe ser aquel lugar. Johnson, quédese en el coche por si tiene que moverlo. Edwards y yo nos acercaremos.
Aquel edificio era de aspecto neoclásico, con un tamaño pequeño. Era la sede de un instituto de investigación antropológico. Estaba a la sombra de un enorme rascacielos que hacía difícil su ubicación. No terminaron de alcanzar el rellano de la puerta cuando vieron a un grupo de gente abandonar el edificio en calma. Había cinco hombres negros vestidos con ropas de cuero y una chica abrazada del brazo de Fifty Five m&m´s. Era inconfundible aquel pelo teñido de rubio platino. Vestía de blanco, en contraste con los que parecían sus guardaespaldas. Cuando Tavinski reclamó su atención, los hombres de cuero formaron una muralla frente a las celebridades.
–Somos agentes del FBI en misión especial. Tenemos que hablar con Fifty Five m&m´s y Kaetishia. Han denunciado el secuestro de la chica.
–¿Te parece a ti que yo esté secuestrada? Es mi novio, estamos juntos.
–Su manager dijo que estaba…
–Mi manager es el verdadero secuestrador, agente del FBI. Me tiene encerrada, trabajando para él sin parar. No me deja disfrutar de la fama. Que le den, voy a enviarle a mi abogado. Está despedido y pienso demandarlo por lo que me ha hecho.
Tavinski tiró de Edwards para hablar en privado con él. El agente centraba su atención en el rapero.
–Aquí no hay caso. ¿Qué vais a hacer?
–La ha manipulado de alguna forma. Tenemos que llevárnoslo.
–No voy a detener a alguien sin cargos. Mi departamento sería eliminado. Una sola mancha en mi trayectoria y estoy fuera del Bureau.
–Lo detendré yo, usted solo está como personal de apoyo.
–No creo que lo vean así mis superiores pero adelante… realice la detención.
Edwards comenzó a enunciar por qué estaba detenido por el FBI cuando los cinco guardaespaldas del rapero cerraron filas en torno a él. El capitán Tavinski tuvo que sacar su arma reglamentaria. Advirtió a los secuaces que dañar a un agente de la ley conllevaba una pena grave. La celebridad avanzó con las manos extendidas, dispuesto a ser capturado. Edwards sacó las esposas aunque no tuvo oportunidad de usarlas. Habían desaparecido de sus manos con un fuerte fogonazo. El mismo Tavinski quedó perplejo. A continuación, Edwards quedó temblando de la impresión.
–Agente, me entrego voluntariamente. Lléveme con usted, no tengo nada que ocultar.
La cara del rapero era cinismo puro. Edwards estaba paralizado. El capitán Tavinski comprendió qué estaba sucediendo. Fifty Five usaba alguna clase de influjo mental, muy poderoso. Intentó proteger a su compañero pero fue rechazado con tanta fuerza que perdió su arma por la impresión. Cuando recuperó la pistola del suelo, el agente Edwards caía vencido, víctima de un fallo cardiaco. Fifty-five m&m´s miraba al agente con una expresión de superioridad. Habló hacia Tavinski, fingiendo un poco mejor.
–Es mejor que llame a una ambulancia, creo que ha entrado en estado de shock.
–¿Cómo ha hecho…?
–Agente, no vaya a sacar conclusiones precipitadas. Jamás dañaría a un agente del FBI. Yo no he hecho nada. Ahora déjeme tranquilo. Tengo una carrera musical que dirigir.
–Por esa razón lo quieren detener… Es usted un peligro.
–Soy un salvador, uno anónimo. No quiero repercusión en ese aspecto. Es justo que permanezca en el anonimato. Olvide este episodio y atienda a su compañero.
La celebridad se abrazó de nuevo a Kaethishia y fueron hacia el parking donde esperaba una limosina Hammer. Los cinco hombres vestidos de cuero subieron con ellos. Un destello penetrante borró la mente del capitán. Tavinski fue directo hacia Edwards. No tenía pulso. Practicó el masaje cardiaco mientras comunicaba la baja a Johnson. Había conseguido que el corazón latiera de nuevo aunque el agente seguía inconsciente. Johnson llegó junto a las sirenas de la ambulancia. Nada más llegar pidió explicaciones.
–No ha sido un tiroteo. Se ha desplomado, sin más. Íbamos a preguntar en aquel edificio cuando, de pronto, ha empezado a temblar. Le he preguntado si estaba bien pero no ha dicho una palabra. Ha sido entonces cuando se ha caído al suelo.
–¿Han dado con el sospechoso?
–Negativo, Johnson. De todas formas, no hay caso. La chica se ha ido sin decir nada para levantar más titulares en la prensa amarilla.
–Debemos detener a ese rapero. Son órdenes de arriba.
–Pero no se puede atrapar a un fantasma. Tenías razón desde el principio. Esta celebridad es inalcanzable. Lo hacen muchas discográficas. Crean un personaje, algo con mucho tirón, algo de moda, aunque es falso. Quien está detrás es un actor, solo un figurante. Estáis persiguiendo una obra de teatro. Eso es lo que deberías contarle a tus superiores. Al menos, eso es lo que escribiré en mi informe.
Johnson asintió. Cuando los sanitarios trasladaron a Edwards hacia la ambulancia, acompañó a su compañero hasta el hospital. No le preocupó dejar el coche oficial en segunda fila. Tavinski reflexionó sobre lo que había pasado. Sabía que algo había ocultado su paso. Mientras retiraba el coche mal estacionado, fue desbloqueando los recuerdos. Había hablado con aquella celebridad, estaba seguro de aquello.
Al día siguiente llegó a la oficina con mayor tranquilidad que el día anterior. Informó a su secretaria que quería dejar bien asentado el caso. Salió hacia Brooklyn de nuevo y localizó aquel extraño edificio. Se limitó a esperar a que aquella celebridad volviera a aparecer. Hacia medio día, una limusina voluminosa ocupó el aparcamiento de la entrada. El séquito de guardaespaldas delataba al rapero. Kaetishia seguía con él. Ahora entendía por qué la chica se había quedado a su lado. Apretó el paso para alcanzar al rapero antes de que entrara en el edificio. Los guardaespaldas lo detuvieron a dos metros de distancia.
–Tranquilos. Quiero hablar con Fifty Five.
–Me recuerda… eso sí despierta mi interés. ¿Qué quiere, agente del FBI?
–Quiero aprender todo lo que usted sabe. Necesito saberlo. A cambio tendrá un aliado en el Bureau.
La celebridad sonrió. Aquellas palabras eran sinceras. Tavinski había presenciado parte de su poder. Quería ascender por aquella senda intrincada de conocimiento.
–Cuando el maestro está preparado, el alumno aparece. Bienvenido a mi hogar, señor Tavinski. Es probable que tarde varios años en ponerse al día. Póngase cómodo…