La conferencia de un veterano
En la sala magna de la Escuela Roja, el anciano Víctor Valverde, experto en simbología e historia de la magia, tomaba el estrado. El público llenaba la pequeña sala. En su mayoría eran estudiantes que habían oído hablar del eminente profesor, ya retirado. Muchos profesores eran antiguos alumnos suyos. Ernesto Valverde, entre el público, ponía atención a la conferencia de su abuelo. Había escuchado la historia de la Hermandad Roja desde que era un niño. El anciano profesor defendía algunos puntos controvertidos por el núcleo más conservador de la orden. Habló con voz profunda y potente.
–Mil quinientos sesenta y seis, doce de agosto, era noche cerrada en esta ciudad, Gudecia, en el país de Iberia. Un calor sofocante ayudaba a que las llamas prendieran sobre los brujos, psíquicos y herejes que la inquisición ajusticiaba. Pedro de la Fuente se levantó aquella noche a plantar cara tras años de persecución. Consiguió reunir a un grupo de dotados que pasaron a ser fundadores de nuestra orden. He de recordar que la Hermandad Roja se distinguió entonces por tener una mente mucho más abierta y generosa que la de sus rivales. Aquello nos puso en contacto con la ciencia y el poder telúrico, más conocido como poder mágico. Quisiera continuar con Pedro de la Fuente y su plan de contraataque. Nuestro maestro gobernaba las cinco esferas del conocimiento de forma vasta aunque efectiva. Es cierto que hizo uso de la violencia, descabezando a los grandes inquisidores entre los que se incluía a Alonso de Quesada. Fuera de estos casos, Pedro de la fuente despertó la chispa del poder en cada persona que lo solicitara. –Al pronunciar estas palabras, se produjo un murmullo en la sala. La sorpresa resultó más notable entre los alumnos más jóvenes. –La inquisición se desmoronó en treinta años. Varios miembros de la Hermandad Roja, como Pepón Jovellanos, prendieron la mecha de nuestras creencias en la gente de su entorno, consiguiendo gran número de seguidores. La descomposición alcanzó a la iglesia, que ya no tenía un medio con el que defender su doctrina y cada vez sufría más pérdida de feligreses. Pedro de la Fuente dio su golpe de gracia cinco años después. No es que sometiera al rey Felipe III bajo su control. Lo que Pedro de la Fuente hizo fue despertar el poder en el monarca. Las crónicas de la época lo resaltan así, por mucho que se empeñen los Académicos en decir lo contrario. Mucho se ha dicho acerca de la capacidad que tenía Pedro de manipular el poder hasta despertar a la gente de su alrededor. Pedro de la Fuente lo hizo con Sarah Garrido, su compañera sentimental. Y muchos más cuyos retratos han podido contemplar antes de entrar en este aula magna. Don Pedro de la Fuente despertaba las capacidades especiales en la gente habitual. –Un nuevo clamor sordo tomó la sala de conferencias. –Todos los allegados de nuestro maestro eran gente normal antes de conocerlo. Esa fue la verdadera razón de que se propagara tan rápido nuestra nueva corriente de pensamiento. No era fruto de la casualidad. Pedro había pensado muy bien aquella estrategia, de lo contrario jamás se hubiera hecho con el control del reino de Iberia. –Una pausa del profesor Valverde despertó otro intercambio de opiniones entre los asistentes. Cuando el profesor terminó de beber un poco de agua, continuó hablando. –Los acontecimientos siguientes son conocidos por todos ustedes: la desaparición de la iglesia católica en Iberia en mil seiscientos quince, la caída de la monarquía en el mis seiscientos treinta y ocho, la primera república del mundo civilizado, tan solo un año más tarde, la adhesión de las colonias americanas a nuestro gobierno republicano… Déjenme detenerme en América, en las posesiones que perdimos. Fue gracias al contacto con las culturas aborígenes cuando conseguimos avanzar en el uso del poder telúrico y representó un gran avance para la Hermandad Roja. El entendimiento entre culturas se debió a esa sed de conocimiento, reprimida durante la oscura época cristiana. Se ponían en práctica técnicas ancestrales combinadas con drogas desconocidas en el viejo continente. Aquella época, tan fructífera en conocimientos impulsó al resto de países en la investigación de la ciencia. Gracias a la Hermandad Roja, gozamos de la ventaja internacional suficiente como para establecer nuestras propias normas. No deseo extenderme en los detalles de la política internacional de aquella época. Sólo cabe señalar que llegaron días aciagos, concretamente en mil ochocientos ochenta y ocho. Se podría decir que ahí comenzó la era de la fragmentación para la Hermandad Roja. El año en el que nació nuestra condena. Es cierto que otras corrientes de pensamiento dieron lugar a la Hermandad de Académicos aunque esta separación fue pacífica. Se escindieron de nosotros pocos años antes, en mil ochocientos setenta y tres. Hubo otro grupo que se organizó en el gremio de los Revocadores, dedicándose exclusivamente a anular maleficios y dar caza a dotados desprevenidos. Es probable que se tratara de antiguos inquisidores despertados. El gremio de los Revocadores estaba teñido de toda clase de fanatismos por aquella época. Fue su alianza posterior con los Heraldos lo que les proporcionó fuerza y legitimidad. –El profesor hizo otra pausa para beber, la audiencia se mantenía expectante. –Mil ochocientos ochenta y ocho. Con una fuerza desconocida por la Hermandad Roja, Miguel de Marchena lanza una ofensiva desde Isgrádiz a Gudecia, esta ciudad, la capital de la antigua república. Los hermanos supremos de la orden son asesinados, sin escepción. Miguel de Marchena se erige Gran Maestre de la Orden de los Heraldos, deteniendo y ejecutando a todo hermano rojo. La guerra de la fragmentación había estallado. El siglo comenzó en decadencia para este país. Los Heraldos se hicieron con el control del gobierno de forma parecida a como lo hizo nuestro fundador Pedro de la Fuente y valiéndose de un poder superior, el arquetipo del monje. Una deidad despertada y traída desde la esfera astral. El resultado fue la desintegración de la república ibérica en su mayor parte. Los Heraldos dieron un golpe perfecto aunque no tuvieron la pericia de conservar y gestionar el estado. El país se desmoronaba y tanto civiles corrientes como dotados protestaban a pesar de las represiones posteriores. La Hermandad Roja sobrevivió en la ciudad de Doble Paso, desde donde lanzó su contraofensiva. Como saben, aquella ciudad acabó por convertirse en ciudad Capital, en mil novecientos tres, tras la firma del tratado de paz. Cuando la Hermandad contraatacó y arrebató el control del país a los seguidores del monje, se puso fin a la llamada Guerra de la fragmentación. La alianza entre Heraldos y Revocadores permitió la supervivencia de ambas órdenes. Los Académicos forzaron entonces el que se conoció como Pacto de Doble Paso. El pequeño pueblo pasó a ser la nueva sede del gobierno, cambiando su nombre a Capital. Aquel periodo sirvió para reconstruir lo que quedaba de país, sumido en guerra desde hacía décadas. Nuestra vieja Iberia, herencia de los romanos, quedó delimitada como actualmente la conocemos: Meseta Castellana, Vieja España, Lusitania, Hispalis, Numancia, Gaélicus, Condado de Barcino, Levante y Campos de Marte. Hemos de añadir la isla de Cuba, las islas Afortunadas, las Azores y las Baleáricas. A partir de ahora, lo que esté por acontecer en esta vieja península corre a manos de los dioses. Como Legarius de la Hermandad Roja, deseo que el porvenir nos favorezca y podamos llevar más lejos a nuestros hermanos, como hemos demostrado en el pasado. He terminado este pequeño repaso a la historia de la Hermandad Roja, todavía gran merecedora de nuestra devoción por lo que nos ha hecho avanzar como sociedad, tanto en ciencia como en poder.
La gente aplaudió enfervorecida cuando Víctor Valverde finalizó su exposición. El hombre mayor se retiraba del estrado visiblemente cansado para verse rodeado de distintos alumnos del centro. Ernesto se abrió paso entre los jóvenes y tomó a su abuelo por el brazo mientras este sonreía a todos.
–Soy demasiado mayor para tantas preguntas a la vez. Responderé, de uno en uno. –El anciano tuvo que dar explicaciones acerca de las cinco esferas de poder, recordando que eran la esfera física, la psíquica, la astral, la espiritual y la esencial. –El dominio de las cinco esferas no garantiza poder despertar el poder en cualquier persona. Es necesaria una técnica adecuada que desconocemos. Solo Pedro de la Fuente ha podido hacerlo a lo largo de nuestra historia.
Cuando dieron esquinazo a todo alumno o profesor que discrepaba o deseaba conocer más, el anciano abrió la puerta de su despacho y se acomodó en el sillón de cuero, escoltado en todo momento por su su nieto. –Me alegro de verte, Ernesto. Estoy mayor para tanta actividad. Me agoto enseguida. Supongo que vienes a por algo concreto, hace solo tres semanas que te marchaste a Capital.
–Una vez me hablaste de Jaziel, diosa olvidada del antiguo Tartessos.
–La historia de Jaziel… Te la contaba cuando eras niño, en efecto. Quería que te durmieras y provocaba el efecto contrario, me interrogabas durante horas. Supe entonces que la diosa te había señalado. Creo que te he contado todo lo que he podido conocer.
–La diosa Jaziel era tuerta, su ojo cayó a este mundo donde estalló la vida y se esparció su conocimiento.
–Veo que recuerdas muy bien la historia pero eso no es lo que te preocupa. Te conozco, Ernesto.
–He visto el Ojo de Jazim, abuelo. No es una leyenda. Quiero saber si el Ojo de Jazim es, en realidad, el mismo Ojo de Jaziel.
–Es evidente que sí, al menos así espero. ¿Has sentido las señales?
–En cuanto entré en el despacho del prelado Ventura. Es ahí donde lo guarda. He de reconocer que sentí miedo.
–Lo normal es sentir miedo, hijo. Hablar con uno de los dioses puede destruirte.
–Entonces debo asumir mi destino, tal y como me enseñaste. Debo ofrecerme a Jaziel.
–Y debes hacerlo en el momento adecuado, sin dudar.
–No dudaré.
–No pongas esa cara tan seria, todavía no ha muerto nadie. Te invito a comer, hace tiempo que no voy por Capital. Seguro que tienes cosas interesantes que contar. Aquí en Godecia todo es rutina.
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