Avances constructivos
El rey Grenik eligió la ubicación de los templos alrededor de palacio. Aquella distribución en herradura protegería a la ciudad con la influencia divina, catalizada en los diez edificios. Los sacerdotes supremos dirigían la construcción según las necesidades de cada credo. Rophean proporcionó los recursos necesarios para ello, desde personal cualificado hasta los materiales de construcción. Se realizaron réplicas exactas de aquellos templos ubicados en el imperio de Golinath.
Arestes, frente a la entrada del palacio de Rophean, requería un templo con seis alas rodeando el edificio central. La construcción debía imitar la forma de un cristal de hielo. Mikenes requería un edificio circular con un claustro descubierto similar en el interior. Danae y Sanae necestitaban una construcción vertical y otra horizontal unidas por el centro. Alcicar, sacerdote de Silu, quería un muro recto y otro curvado que lo cerrara. Sin techo alguno, para poder contemplar el viento. Le venía bien la zona oriental de la ciudad. Para el templo de Kuthok se excavó un espacio subterráneo y una fragua. Por aquella razón Grenik lo situó cerca del barrio enano. Muchos de estos ciudadanos retomarían el culto si se encontraban con las puertas del templo justo frente a ellos. El tempo de Alush se situó a continuación del de Kuthok, en el distrito del mercado. Para Siamat se conservó el emplazamiento del árbol edificado que los elfos custodiaban con celo. Habían accedido a la apertura del culto para humanos y otras especies. Sin embargo, la regencia de la diosa era compartida. El templo al dios Serolo se erigió en el distrito del mercado oriental. Era un espacio techado con múltiples departamentos para los distintos puestos de venta, similar en forma al de Mikenes. El templo de Agor, vinculado al mar, se construía en las inmediaciones del puerto con su propio acceso al agua. Los fieles a este dios se iniciaban con el beso de la marea.
Grenik sonreía con satisfacción cada vez que subía a las torres de palacio y comprobaba el avance de las obras. Usaba conjuros sencillos para ampliar su propia percepción. Los sacerdotes estaban obsesionados con terminar en el menor tiempo posible. Para Grenik, aquello era una ventaja. Quería borrar la amenaza del enemigo, inmune a la hechicería, de una vez para siempre. Según los informes de sus oficiales, las criaturas capturadas en las mazmorras todavía no habían dado muestra alguna de incomodidad frente al poder divino. El embajador Tirelius argumentó que el poder de los dioses necesitaba ser canalizado mediante tierra sacralizada. Por aquella razón no habían conseguido avanzar más en la investigación sobre quién estaba detrás de los ataques.
Cuando Grenik regresó de su observación matutina, Sac Appleseed apareció por el portal que comunicaba con la escuela Ulgrin. El hechicero acárido mostró sorpresa ante el casual encuentro y realizó una apresurada reverencia. Grenik notó la preocupación del hechicero de combate.
–Caminas volcado en tus propios pensamientos, Sac. ¿Has averiguado algo más del mal que nos está acechando?
–En realidad, sí. Aunque son sólo conjeturas, majestad. Sin embargo, el Sumo Arcanum ha emprendido un viaje para solucionar el problema de la hechicería. Si tienen éxito, será efectiva en toda su capacidad.
–Conozco las intenciones de Mirnail. Quiere convertirse en el undécimo dios. Nadie lo ha conseguido. De hecho, la práctica de atravesar los portones dorados del hielo eterno se abandonó en los albores del imperio de Golinath. Se acabó considerando imposible. El rito cayó en el olvido muchos siglos antes de que Rophean se constituyera como reino. Es un suicidio.
–El Sumo Arcanum guardaba cierta suspicacia ante las intenciones del imperio del otoño, majestad. –Sac carraspeó la garganta antes de seguir. Estaba nervioso por el tema que iba a abordar en aquel momento. Grenik lo miraba con simpatía. En comparación con el hechicero, el monarca era un afable gigantón con corona. –Tiene la sospecha de que el imperio quiere destruir el reino.
–Decir que Mirnail guarda suspicacia es quedarse corto. Es el primer responsable de que todo el saber de la escuela Ulgrin esté a buen recaudo. Los hechizos y conjuros que nos han protegido hasta ahora son un tesoro nacional. El conocimiento es la raíz de la prosperidad de Rophean. Mirnail protege el saber del reino. Su obligación es sospechar de todo. Supongo que ha escogido un sucesor antes de emprender el viaje.
–Se llama Selina Graus. Es una hechicera muy competente. Fue una de mis antiguas profesoras, majestad.
–Estará a la altura, confío en el buen criterio del Sumo Arcanum. En cuanto a nuestros parientes del imperio, no hay de qué preocuparse. Debemos confiar en esta alianza. A la larga, nos hará más poderosos que la ciudad estado de Sitos.
–¿Ha pensado en que puedan mantener ellos una lealtad equivalente? –Grenik esperó unos segundos antes de contestar.
–Es algo que no podemos saber. Por encima de todo, está Rophean. Debo velar por la supervivencia de este reino. Lo que me recuerda algo que tengo pendiente con mis amigos cercanos. Reúne al grupo, esta noche cenaréis conmigo. Será como en los viejos tiempos, en mi salón privado, con montañas de costillas y muslos de… –Grenik corrigió la frase antes de nombrar algún ave que molestara al hombrecillo con aspecto de pato. – y lo que os apetezca comer.
–Hablaré con Arkan y estaremos aquí en cuanto caiga el sol. Atravesaremos los pasadizos del ala oeste.
–De acuerdo. Hasta la noche, Sac.
El monarca continuó hacia el salón del trono donde el chambelán salió a su paso. Sac abandonó el palacio con un conjuro de teleportación que lo llevó a la entrada de la Posada Sombría. Atravesó la puerta, saludó al posadero y buscó una mesa apartada. Pidió a Howard un agua edulcorada con miel. Realizó un sencillo conjuro de llamada cuando tuvo la bebida en la mesa. El posadero tuvo la deferencia de incluir una pajita en el vaso. No pudo gozar de más atención por parte del pelirrojo propietario. La posada, como era frecuente en los últimos tiempos, estaba rebosando de clientes. Los tres sobrinos de Sac lo saludaban mientras llevaban las bandejas hacia las mesas. A base de pasar a su lado, le pusieron al corriente de las novedades en la familia. Comprobó con agrado como aplicaban algunos trucos sencillos para aligerar aquella faena. Tic cobraba las monedas chasqueando los dedos. Nuc reunía todos los platos en la bandeja realizando el mismo gesto. Tas hacía aparecer las comandas sobre la mesa con solo señalar al cliente. Era el más avanzado de los tres.
Murok, el minotauro, atravesó la puerta en primer lugar. Sac ofreció un asiento al recién llegado. Después de intercambiar un mugido y un graznido, el minotauro sacó un libro del fardo y comenzó a leer el contenido. El siguiente en llegar fue Elenthen, el elfo bardo. Nadie notó su presencia hasta que tomó asiento en la mesa. Por último, Arkan de la región de Oid y su inseparable compañero Spuff de la raza enana, acudieron ante la llamada.
–¿Has convocado una reunión, hechicero? –preguntó el bárbaro mientras ocupaba el último asiento libre.
–Lo ha hecho nuestro rey, yo solo estoy transmitiendo el mensaje. Quiere que cenemos esta noche con él. Nada de protocolo, solo como amigos. Necesita evasión.
–Claro que sí, es la mejor noticia que he recibido en mucho tiempo. Para ser sincero, no me gusta mucho el clima de la ciudad desde que llegaron los embajadores del imperio.
–A mi tampoco –respondió Elenthen –, en el árbol capital de mi especie están causando mucha fricción. La sacerdotisa humana de Siamat intenta imponer su criterio frente al élfico. Muchos se han posicionado en contra, reconociendo como verdadera suprema sacerdotisa a Laranthalassa. Es nuestra matriarca.
–Pues a mí me gusta mucho menos –estalló Sac.
–¿Lo dices porque son amantes de los medianos? –El comentario de Arkan levantó carcajadas hasta en Murok.
–Siento que son un peligro, en múltiples aspectos. Sin embargo, es la voluntad del rey que estén aquí y debemos acatarlo. Esta noche tendremos que convencerlo de algo simple. Que tenga un plan B al que recurrir en caso de catástrofe.
–¿A qué catástrofe te refieres? –preguntó Murok, cerrando el libro de golpe.
–A la destrucción del reino, por supuesto. No dejo de pensar en los acontecimientos actuales y en la profecía que pudimos conocer hace unos meses. Parece que el destino está formando un futuro más oscuro del que esperaba.
–No dejaremos que suceda –intervino Arkan –. Esta noche festejaremos como nunca, con hojas de Silu y Raíz de Margaria. El rey Grenik nos escuchará.
–Y lágrimas de Siamat, por supuesto.
–El elfo tiene razón –dijo Spuff –. Todo eso bien regado con muchos barriles de cerveza.
–Dejad de pensar en fiestas y centrad vuestra mente por un momento. Si yo fuera un sacerdote del imperio, estaría pensando en cómo eliminar la brujería de este país. Barrería con todo lo que me pareciera sacrílego y blasfemo. Me temo que esto sucederá cuando hayan construido los templos.
–Desde luego, la velocidad con la que están concluyendo se nota todos los días –dijo Elenthen –. El templo de Silu está terminado, junto al de Danae y Sanae. Arestes tendrá el edificio preparado en dos días.
–Necesitarán fieles –apuntó el hechicero.
–No será un problema, Sac. Mira a tu alrededor. La inmigración se ha triplicado. Todos estos viajeros vienen del imperio, en su mayoría. –Elenthen bebió de la copa de vino que había solicitado. Tas, el sobrino aventajado de Sac, señalaba al elfo cada vez que agotaba el vaso. Una nueva consumición aparecía frente a él. Nuc retiraba el vaso mientras Tic cobraba las monedas con un chasquido de los dedos. –Ya tienen miles de fieles, contando a los residentes en la capital.
–Entonces actuaremos pensando en lo peor. Le plantearemos al rey el peor de los escenarios y prepararemos un plan de contingencia para atajarlo.
Los amigos del rey de Rophean asintieron ante las palabras del hechicero. Estuvieron enumerando desastres posibles en una lista que confeccionaron entre todos. Cuando llegó la hora de visitar al monarca, los amigos del rey recorrieron los túneles secretos de la parte occidental. El amuleto que portaba cada uno de ellos evitaba que los hechizos de protección los hicieran pedazos. Llegaron a la entrada por las alcantarillas y accedieron a la planta baja del sector occidental. Los guardias los reconocieron al instante y retiraron los postigos. Recorrieron los pasillos hacia el salón de ocio donde Grenik los esperaba. Cuando atravesaron el portón de la sala, el monarca los esperaba con la copa llena de vino tinto. Ocupaba el sillón más cómodo de la sala. A su alrededor, había cinco asientos proporcionados al tamaño de cada invitado. Una decena de bandejas ofrecían bebidas de toda clase. Sac advirtió que había zumo fermentado de manzana como solía hacerse en su región de procedencia. Murok apreció la leche agria mientras tomaba asiento en el sillón acolchado más voluminoso. Arkan salió al paso del monarca, que lo estrechó entre sus brazos. Tomó una jarra de aguamiel. Spuff tomó un barril de la mejor cerveza y escanció una jarra de pinta. Los cinco se dejaron agasajar por el monarca, probando las sugerencias que Grenik les ofrecía, servidas en bandejas. No solo había bebidas. También brebajes, inciensos y hierbas exóticas para asegurarse un buen rato de juerga. Tras una hora de cata, el monarca pareció sentirse culpable.
–Tengo muy pocas oportunidades de evadirme tal y como necesito. Gracias por acompañarme en este tránsito, amigos. En especial a ti, Arkan. Me salvaste la vida siendo niños, aquello no lo olvidaré jamás. –Alzó la copa y vació el contenido de dos tragos antes de continuar. –Sois mis mejores amigos, mis mejores embajadores. Os cuesta ser los mejores diplomáticos, eso debo reconocerlo pero sin vosotros habría sucumbido a la depresión. No sabéis la responsabilidad que hay detrás de este cargo. Seis especies distintas en la ciudad, todas deben cohabitar en armonía; rebeliones sofocadas en Ulnis y Encuentro; la amenaza constante por las demás potencias vecinas… es demasiado para cualquiera.
Los cinco amigos intentaron reconfortar al monarca. Incluso Sac realizó un conjuro de fortaleza mental. De alguna forma, la presión estaba afectando a Grenik en lo más profundo de su ser. El estado de ebriedad hacía que su lengua se desatara sin preocupación.
–Mi señor, debemos pensar en planes alternativos, por si las cosas no salen como esperamos. Le dará tranquilidad haber tenido en cuenta los contratiempos.
–Sí, hechicero. Lo del plan B y el plan C. Conozco las enseñanzas de Mirnail tan bien como tú. Sin embargo eso no le ha impedido abandonarme a mi suerte con todos los problemas que hay ahora mismo. Lo echo de menos… –Los ojos del monarca se tornaron vidriosos.
–Mirnail ha emprendido una misión de extrema valentía, majestad. No lo ha abandonado. Si tiene éxito, cambiará la naturaleza misma de la hechicería. Se convertiría en magia divina. Nuestros problemas se solucionarían de golpe.
–Si sobrevive, lo acabas de decir. No tiene muchas posibilidades.
–Por esa razón hay que planear contingencias para todos los sucesos de esta lista. –Sac entregó la servilleta con el sello de la Posada Sombría al monarca. Grenik intentó leer el contenido aunque a la tercera petición estalló en carcajadas.
Guardó la servilleta en el bolsillo interior de la casaca y se sirvió más vino. Incitó a todos a que bebieran. Formulando un hechizo de llamada, aparecieron los sirvientes de palacio con bandejas de comida. Cuando saciaron el apetito, comenzaron a beber de nuevo. Sac se contuvo una vez que repuso fuerzas. Esperó el tiempo suficiente hasta que Grenik cayó inconsciente. Arkan y Spuff fueron vencidos por la embriaguez un poco antes. Elenthen se dirigió, tambaleante, hacia la salida. No quería mostrarse vulnerable frente a sus amigos. Murok roncaba con placidez sobre aquel colosal sillón.
Sac Appleseed tomó una lágrima de Siamat y la esnifó para disipar el efecto narcótico de la bebida. Después, recorrió los pasillos en busca de la librería del palacio. Ocupaba el primer piso de la zona oriental. El Sumo Arcanum tenía toda la protección posible depositada en aquella área. Selina le dio instrucciones de como modificar levemente los parámetros de la defensa. Pretendía trasladar la biblioteca Real a una de las torres del colegio Ulgrin en caso de emergencia. Tuvo que usar la lengua arcana para aplacar a los espíritus elementales que allí moraban. El proceso le llevó más de una hora aunque finalizó con la satisfacción de haber logrado su objetivo.
Al regresar hacia el salón privado del rey, descubrió que el monarca estaba consciente. Grenik había trazado un triángulo de polarización donde Arkan y Spuff ocupaban dos de los vértices. El tercero estaba ocupado por él. Canalizaba la energía arcana del palacio para realizar aquella extraña transferencia. Sac pensó en interrumpir aunque no era buena idea. La magia liberada podría causar efectos indeterminados a la par que peligrosos. Esperó a que finalizara y entró en el salón.
–¿Qué es lo que ha pasado, majestad? –El monarca titubeó un instante antes de continuar. Su aspecto era deplorable. Sin embargo, tras la mirada embriagada, había lucidez en aquel gesto.
–Estaba pensando todo el tiempo en tus palabras. Acabo de perpetrar mi plan B.
–¿En qué consiste ese plan, majestad?
–Es algo que puede que no suceda jamás. Este es el mejor plan B que se me ha ocurrido. Así debe ser. Así lo he decretado…
A continuación, Grenik se desmayó, cayendo sobre una bandeja de comida y salpicando toda la estancia de carne y salsa. Sac invocó a uno de sus elementales de aire para que elevara al monarca y lo tumbara en el camastro más cercano. Observó como el triángulo místico se desvanecía poco a poco. Como si le picara un insecto en las plumas de la nuca, salió de la habitación. Aquella actitud de Grenik lo había puesto en guardia. Usó el portal hacia el colegio Ulgrin para informar de aquello a Selina. Ahora no le cabía ninguna duda de que Rophean estaba en verdadero peligro.