Concurso de navidad
Víctor Segura afrontaba su primer año de dirección. La cadena local había incrementado los datos de audiencia gracias a sus ideas. El comité superior lo había convocado a la sede central. Viajó desde la provincia hacia el edificio emblemático de la cadena, en la capital. Esperaba una felicitación y una palmada en el hombro.
–Sus datos, aunque sean buenos, no son suficientes. Necesitamos a alguien conectado con la audiencia.
–He conseguido el veintiuno por ciento de la cuota, señora Ortega. Y lo he hecho cada mes que llevo en el puesto. Creo que cesarme es un error.
–Sin embargo, le pedíamos el veintitrés por ciento.
–Los datos, antes de que llegara a la cadena, estaban en el nueve.
–Por esa razón vamos a mantenerle hasta el especial de navidad. Deberá llegar al veinticinco por ciento de cuota de pantalla, como mínimo. ¿Se verá capaz de hacerlo?
Víctor Segura se limitó a asentir. De vuelta, en su despacho, tomó contacto con la realidad. Convocó al productor de la cadena y comenzó la realización del programa especial de navidad. Acababan de emitir el especial de Halloween, y estaba siendo un éxito.
–Mario, tenemos que hacer el espectáculo más grande celebrado en esta ciudad. Llegaremos al veinticinco para el especial de navidad.
–¿Al veinticinco? ¿En navidad? Las cadenas nacionales van a arrollarnos. Es imposible.
–Es un objetivo impuesto por la cadena. Ve preparando la producción. Quiero que todos los ojos de esta ciudad vean el programa.
Mario asintió y comenzó la producción en paralelo. Antes, había arrancado el compromiso a Víctor para que se encargara de liderar el proyecto. El ejecutivo asintió con arrogancia. Aquel especial sería su criatura. Quería que fuera atrayente, que todo aquel haciendo zapping se quedara viéndolo. Pronto, la rutina diaria anegó sus ambiciones. Lorena le pasó una llamada. La contratación de nuevos publicistas era primordial. Dejó aparcado el proyecto y se zambulló en su obligación diaria.
Ocho semanas más tarde, el programa seguía en el cajón. Se había plantado el uno de diciembre y Víctor recordó aquello de golpe. Mario se había negado a abandonar el despacho, alegando que no había un segundo que desperdiciar. Convocó de urgencia a las cabezas pensantes que tenía bajo contrato. Seis guionistas y dos realizadores irrumpieron en el despacho a los cinco minutos. La tormenta de ideas giraba sobre conceptos ya usados. Tele-maratón, gala, magazine, momentos destacables del año… Todo ello se había visto durante décadas en todas las cadenas del mundo.
–Haremos un concurso –dijo Víctor.
–¿No es una idea manida, como las otras que he propuesto? –dijo Mario con cinismo.
–Es posible pero nos asegurará audiencia. Será un concurso especial. Con preguntas sobre nuestros contenidos y personajes locales. Algo que, quien observe nuestro canal, conocerá a la perfección. Debemos involucrar a los vecinos. A todos. Y una recaudación. Algo para donar a los necesitados. Eso tiene tirón. Recaudación para la navidad más necesitada. Quiero un eslogan como este.
–¿Cuál será el premio?–preguntó Mario.
–Veinticinco mil euros. Y ya sé lo que vas a decir acerca del presupuesto. Sácalo de la recaudación para los pobres. Volcaos en la campaña solidaria.
El equipo creativo cerró las carpetas y desocupó el despacho. Fueron a encender la maquinaria. Una semana más tarde, los rumores del programa habían llegado hasta el ayuntamiento. La publicidad de la cadena se pobló de avisos acerca del evento. La población estaba invitada a participar como público. Víctor encontró superadas las expectativas. Más de diez mil peticiones para asistir como público sobrepasaban las dimensiones del plató. Cerca de mil aspirantes para el concurso esperaban para el casting. El gasto de la producción se había disparado por diez. Iba a renunciar al proyecto cuando recibió la llamada. El alcalde veía una buena oportunidad para promocionar la capital de provincia. Insistió en que se usara el casco antiguo para promocionar la ciudad. Después de la conversación, Víctor sintió una nueva corriente de adrenalina. Aquella oferta ampliaba sus posibilidades creativas. Convocó a Mario en su despacho.
–Podemos solucionar el problema del aforo. Tenemos el casco antiguo como plató exterior.
–¿Y qué hacemos con los concursantes? –Víctor sonrió a su compañero.
–Una yincana por toda la ciudad. Que sea una contrarreloj. Entre prueba y prueba, emitiremos los espectáculos artísticos. Mostramos la ciudad, contentamos al alcalde y hacemos ese puto veinticinco por ciento. Puedes meter a los aspirantes en equipos de ocho personas.
–Perfecto, trabajaré en ello ahora mismo.
A pocos días del estreno, el equipo técnico tenía el casco histórico de la ciudad tomado por micro-cámaras. Las pruebas se habían ambientado en tradiciones regionales, combinadas con el decorado navideño. El recorrido a pie entre lugares emblemáticos era de nueve minutos, ideal para cubrir con actuación y una batería de anuncios de tres minutos que se pagarían al precio más alto. Habían elegido veinte puntos de interés turístico donde realizar las preguntas. Los concursantes se enfrentarían a ellas tras superar el obstáculo pertinente. Cuando llegó el día de grabación, Víctor Segura plantó su presencia en realización, asumiendo el mando. El día veinticuatro por la mañana, daba comienzo en falso directo el concurso especial de navidad. Debía quedar perfecto, no había tiempo para editar salvo los fallos más desastrosos.
Sesenta grupos de participantes esperaban con el dorsal de su equipo, preparados para el turno de carrera. Víctor observaba el entorno gracias a distintas micro-cámaras repartidas por las calles del recorrido. Once operarios de cámara seguirían a los concursantes, recogiendo los momentos más interesantes. La presentadora, ex miss España y de raíces colombianas, daba la señal de salida tras una larga felicitación navideña. Comenzaba el concurso más difícil jamás planteado en aquella cadena.
–Que Alondra Santos trate de hacer preguntas a los niños. Hay que sacar sonrisas a los espectadores. Atentos a la primera oleada, están llegando a la prueba de los rodillos. Los cámaras, quiero verlos más cerca. Si ningún miembro del equipo logra pasar por la prueba, eliminad el equipo entero. Que no haya errores.
–La primera oleada ha finalizado, dos equipos fuera. Sale la siguiente. –dijo Alfonso, el realizador más veterano.
–De acuerdo, reduce la pantalla pero mantenla disminuida en el cuadrante inferior derecho. Pasa a la recaudación como imagen principal. Muestra los setenta y cinco mil euros del marcador. Dentro presentadora, que Alondra proporcione los números solidarios. Después, pasad al resultado de la segunda oleada. Combinad sin que sea repetitivo e id alternando con el público. Que todo el mundo pueda ver a nuestro público. Al finalizar la décima oleada, pasad a la actuación musical. Luego, publicidad. Después iniciamos la segunda prueba.
Los dos realizadores asintieron y fueron montando tomas que Víctor iba señalando. Pronto se dio cuenta de que había un material tan abundante que era incapaz de gestionarlo. Optó por incluir cámara rápida, intercalada por momentos ralentizados cada diez segundos. Hubo otro problema tras la prueba de los rodillos. Diecisiete contusionados leves esperaban a ser atendidos por los cuerpos sanitarios. En la segunda prueba, el resultado fue de treinta y tres heridos. Al llegar al décimo desafío, ochenta y tres lesionados colapsaban los servicios médicos del programa.
–Comunica al servicio técnico que mantengan los obstáculos al mínimo. Están provocando una masacre.
–No son solo nuestros aparatos. Mira esta imagen.
Varios equipos de concursantes en cabeza habían taponado el acceso a la prueba de escalada. Habían aprovechado la fortaleza de la prueba anterior y bloqueaban con ella el acceso. A los nuevos concursantes que llegaban, les propinaban una paliza con barras acolchadas. La prueba estaba ideada para que cada equipo se defendiera por sí mismo. Víctor no esperaba que varios equipos mantuvieran a raya al resto de concursantes. Desesperados por acceder a la prueba de escalada, los repelidos lanzaban botellas, contenedores y bolardos a la fortificación. Los concursantes fortificados respondieron con una lluvia de piedras, dejando a tres concursantes inconscientes.
–A esos gilipollas, descalificadlos. Aquellos que han ejercido violencia extrema, expulsadlos. No mostréis las imágenes violentas pero enseñad la descalificación y los motivos por los que se toma esta decisión.
Las actuaciones se iban poblando de público magullado que había sido eliminado del concurso. Frustrados, comenzaron a mostrarse cada vez más escépticos con las funciones.
Tras finalizar el programa se contabilizaron doscientos cuarenta y tres heridos, nueve de gravedad. Alondra Santos Gimeno felicitó a los ganadores del concurso a las seis menos cinco de la tarde. Todo eran sonrisas, agradecimientos y felicitaciones frente a las cámaras. Detrás de las imágenes, doscientos noventa heridos, doce de ellos hospitalizados, habían aguado el ánimo de los presentes. Los operarios técnicos se retiraron entre abucheos e insultos. Las furgonetas del programa se marchaban golpeadas por las piezas de gomaespuma que formaba el decorado.
Víctor Segura levantó a los realizadores de sus mesas y los mandó a cenar con sus familias. Se quedó editando el programa hasta la primera hora de la madrugada. Cuando lo tuvo hecho, programó la parrilla del día veinticinco. Situó el programa a las diez de la mañana y se marchó a su casa. Nadie lo esperaba. Tomó una cena frugal y se dejó caer en el sofá con una botella de whisky.
Se despertó en el mismo lugar donde había acabado la botella. La luz del día bañaba su cara. El televisor seguía encendido. Emitía, en aquel instante, el anuncio del concurso de navidad. Faltaba media hora para el especial. Fue a por un café antes de conectar el ordenador y observar los datos de audiencia. Según avanzaba el programa, el índice crecía más. El mayor pico lo alcanzó a las once y media de la mañana, con el altercado de los equipos en cabeza. Víctor había suavizado el enfrentamiento aunque terminó con Alondra Santos Gimeno expulsando a todos los implicados por comportamiento indecoroso y anti deportivo. La mezcla de cámara rápida con la lenta agilizaba el ritmo y las pruebas pasaban a un ritmo desenfrenado. Las actuaciones eran algo descuidadas. Basil, el mago, había pifiado uno de sus trucos aunque consiguió hacer un buen chiste con ello. El balance final, un treinta y ocho de cuota. Más relajado, se dispuso a preparar el menú de navidad que había comprado. De pronto tomó consciencia de la fecha. Felicitó a sus padres por videoconferencia, envió un texto a su ex mujer y pasó las cadenas de felicitaciones por las redes sociales. Por la tarde, recibió la llamada de la cadena. La señora Ortega en persona lo convocaba para el día veintisiete. Aceptó sin dar más conversación a su superiora.
Como en la primera ocasión, Víctor Segura se plantó delante del comité con confianza. Sonrió a la portavoz, Laura Ortega.
–Está despedido.
Su cara quedó desencajada mientras la portavoz del comité enumeraba las doscientas denuncias. Aquello costaría millones a la cadena.
Cabizbajo, Víctor se quedó en el hall principal del edificio. Aprovechó para tomar un café en el apartado, al lado de recepción. Allí se encontró con una cara conocida.
–Víctor Segura, me alegro de verte.
–Gabriel Pérez, cuánto tiempo. ¿Sigues en la cinco?
–Así es, director de contenidos.
–Enhorabuena. Yo acabo de quedarme sin trabajo.
–Vaya, eso sí que es primicia. Estuve viendo tu programa. Algo chapucero pero con resultado espectacular. ¿Te interesa dirigir algo parecido bajo mi mando?
–¿Lo dices en serio, Gabriel?
–Con tanta seriedad que te espero el próximo lunes en mi despacho. Vamos a desarrollar ese concepto de concurso. Felices fiestas, Víctor. Que pases un feliz año nuevo.
El directivo se marchó, dejando a Víctor con la felicitación en los labios. Tras unos minutos de confusión, Víctor tiró el vaso de papel y salió del edificio. Después de todo, seguía siendo navidad.