Contacto de poder
El despacho donde Jorge Ventura recibía a los miembros de la hermandad estaba en el sótano tres del edificio Canciller, en el centro de la ciudad. Había alcanzado su límite en la última misión y todavía se mantenía el efecto del Silencio en su mente. Como no podía hacer uso de su poder, la hermandad lo había asignado a trabajos administrativos. En aquel caso, se trataba de un nuevo reclutamiento para el grupo que lideraba.
–Valverde, Ernesto. Dieciocho años. Has venido desde Gudecia hasta Capital trasladado por la Escuela Roja. ¿Con quién has aprendido?
–El profesor Griñón, prelado Ventura.
–¿Qué capacidad tienes?
–Bueno… soy capaz de mover cosas con la mente.
–¿Qué tipo de cosas?
–Pequeños objetos, prelado.
–¿Pequeños objetos como llaves, billeteras, herramientas…?
–A eso me refería, prelado.
–Deja de llamarme prelado, Valverde. Puedes llamarme Ventura.
–Sí, señor Ventura.
–¿Puedes levantar algo en este momento? Como este bolígrafo. ¿Podrías moverlo? –El prelado situó el bolígrafo sobre la hoja de evaluación y esperó. Ernesto cerró los ojos un instante. Al volver a abrirlos, su mirada había cambiado. El bolígrafo se trasladó desde la mesa hasta los dedos del joven. Con un chasquido de dedos, el bolígrafo desapareció de la mano del chico para regresar a la mesa. Ventura disimuló el esfuerzo tomando el bolígrafo y valorando a su candidato. A pesar de sentirse cansado, notaba que el poder regresaba con él. Tocó discretamente su nariz. No sangraba.
–Bien, ha sido una ejecución lenta, poco uniforme y poco efectiva. Por no hablar de los temblores que sufría el bolígrafo. Lo de avanzar los objetos hacia arriba y hacia abajo en lugar de línea recta… ¿Ha sido un vacile?
–Eh… no, prelado… ha sido una pérdida de concentración.
–Repítelo. –Ernesto volvió a cambiar su mirada. En aquella ocasión el bolígrafo fue más rápido. Algo ocurrió en el plano sutil que Jorge Ventura percibió al instante. Había vuelto algo de poder a él y tenía que ver con aquel chico. Una idea se formó en la mente del prelado. –Ha estado mejor, Valverde, aunque sigue siendo lento. –El bolígrafo volvió sobre la hoja de papel con otro chasquido de dedos. Ventura notó mucha menos resistencia. Aquel chico guardaba un secreto. En aquel momento comprendió por qué Griñón había enviado a aquel muchacho. Su viejo maestro le devolvía el favor.
–Hazlo de nuevo, Valverde.
El chico respiró hondo antes de realizar el ejercicio por tercera vez. Cuando el bolígrafo llevaba la mitad del recorrido, el prelado hizo aparecer un poco de agua sobre la cabeza de Valverde. La sorpresa hizo que el bolígrafo cayera al suelo. Otro chasquido con los dedos situó el bolígrafo frente a Ventura. Había notado que el plano sutil apenas se interponía en su voluntad. Sonrió y tomó el bolígrafo. Ernesto Valverde conservó la cara de sorpresa aún después de secarse con las mangas de su camisa.
–Mala reacción ante la sorpresa… En una misión, las distracciones son constantes. Necesitas mejorar tu concentración. No me mires así, Valverde. Aquí dice que no eres el mejor alumno de Griñón. Tendrás que ponerte al día si quieres pertenecer al grupo Cábala.
–Entonces… ¿Estoy dentro?
–Eres un aprendiz. No estás preparado para salir a la calle pero haremos que lo estés. Hay algo más que quería preguntar. ¿Has tenido alguna manifestación de otro poder? ¿Visiones, tal vez?
–Sueño con una mujer que no conozco. No es mi madre, no es nadie a quien haya visto alguna vez.
–¿Y qué sientes cuando sueñas con esa chica?
–Siento que soy yo.
Ventura se frotó el mentón. Aquello carecía de sentido para él. Rellenó el resto de la hoja de evaluación y consideró a Ernesto Valverde como apto para su grupo. Necesitaba conocer más acerca de aquel chico. Notaba el ruido del poder de nuevo, como si jamás hubiera desaparecido. De alguna forma desconocida, el chico era capaz de deshacer los efectos del Silencio.
–Tendrás que venir a este lugar todos los días a partir de mañana, incluidos los fines de semana. Ocho horas, de ocho de la mañana a cuatro y media de la tarde. Tenemos media hora para el almuerzo. Toda esta planta pertenece a la hermandad. Te enseñaremos a ser un buen agente de campo, Valverde. Acompáñame, te mostraré la cofradía.
El prelado Ventura mostró al chico la biblioteca, la sala de meditación, el comedor, las cocinas y la sala de magia, todo ello abriendo y cerrando puertas una detrás de otra. Ernesto estaba desorientado aunque observaba con ojos como platos todas las estancias. Pasaron rápidamente por una veintena de ellas.
–Es un sistema de seguridad, debes concentrarte en el lugar al que quieres ir. El hecho de que te las muestre tan rápido es para que se queden grabadas en tu subconsciente. De lo contrario permanecerías perdido en puertas que dan a pasillos que dan a otras puertas.
–Pero como…
–Con el poder, muchacho. Algo que deberías haber aprendido ¿No tenéis estas medidas de protección en la Escuela Roja?
–No, en absoluto. Usamos nuestro propio poder. No nos enseñan a concentrar la energía para desencadenar efectos.
–Aquí tenemos focos de poder que usamos para transformar nuestro entorno. También hay una cancha de baloncesto, ¿te has fijado?
–No.
–¿Te gusta el baloncesto?
–No practico ningún deporte.
–Pues tendrás que ponerte en forma, ve pensando qué prefieres. Yo elijo el baloncesto.
–Pensaré en algo, señor Ventura.
–En cualquier caso, siéntete bienvenido.
–Si no le importa, señor, me gustaría ponerme al día con mis estudios.
–Es una buena elección, Valverde. La biblioteca es el mejor lugar para hacerlo. Preséntate a Teresa García, la bibliotecaria. Dile que vas de mi parte. Tengo que marcharme.
–Entonces… pienso en la biblioteca y paso por esta puerta.
–Correcto, ya le pillarás el tranquillo.
Jorge Ventura abrió una puerta a su espalda que dio de vuelta a su despacho. Allí meditó un momento. Entonces reparó en el estuche, sobre la estantería, encima de tres libros de mitología. Lo abrió y comprobó el estado del Ojo de Jazim. La joya roja y blanca resplandecía en el plano sutil. Algo había despertado el poder de su interior. Sonrió para sí, no era cosa de aquel chico después de todo. Aquello que activara el poder del Ojo de Jazim lo descubriría mucho después.
Continuará…
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