El paso de las Gemelas
Alma y Fortuna eran las dos supernovas que formaban el paso conocido como las Gemelas. Aquel cuadrante era el cuello de botella que separaba el sistema Cerberus de Trisalia. El control de aquel punto de salto era esencial para la defensa de Astila. Phoenix había desplegado sus tres naves auxiliares, la Nudosa, El Látigo y el Silverado, protegiendo la pequeña estación espacial. El Pies Grandes aportaba cuatro pequeños navíos que ofrecían fuego pesado. La fragata Gavilán disponía de dos lanzaderas con campos disruptores. Las lanzaderas proporcionaban el escudo necesario contra la potencia de fuego enemiga. Phoenix esperaba con su crucero estelar alineado junto a las otras dos naves de Bolton. El Vértigo, uno de los destructores de reciente creación, se mantenía en el límite del horizonte de sucesos de Alma. Brindaría apoyo pesado con sus seis naves auxiliares. La Nir se mantenía tras la J. Morgan, en posición de retaguardia. Los reporteros se habían repartido entre toda la flota, como había establecido Nueve. El capitán Phoenix examinaba el escáner de la bóveda de combate en busca de alguna señal. Todo seguía muerto. Al fin, una señal apareció en su consola. Habían controlado la inteligencia artificial de la antigua estación. Llevaba sin recibir visitas dos siglos, según el contador interno. Su control estaba gestionado por la inteligencia artificial y un centenar de androides de mantenimiento. La J. Morgan había tardado dos ciclos en infiltrarse para capturar el código. El Nir acercó sus sondas en cuanto fue seguro.
–Demasiado tiempo sin visitar, doscientos trece años estándar –comentó la capitana Nueve, una vez obtuvo los datos–. No hay soporte de vida así que despediros de abordarla con vuestro personal. No creo que un neotraje aguante más de cinco segundos con tales niveles de radiación.
El canal de comunicación se encendió, procedente del Pies Grandes. Phoenix accionó el holograma y la imagen del capitán Falcon se materializó frente a su sillón de mando.
–Hemos detectado dispositivos desconocidos en el cuadrante señalado, señor. Están a un salto de distancia. Han detectado nuestra presencia.
–Entonces se lanzarán con sus fuerzas al completo en cualquier instante. Todos a sus puestos, alarma de combate en toda la flota.
Las naves de MORBO permanecieron alerta hasta que se poblaron sus bóvedas
de combate con tres movimientos. Fragatas ligeras abrían el vacío de las Gemelas. Poco tiempo después, cuatro destructores aparecían reflejados en sus cúpulas de combate. Por último, una inmensa mole irrumpió en el cuadrante. El coloso respaldaba a su flota escupiendo enjambres de escuadrones de cazadores e interceptores.
–Doce escuadrones de cazadores y seis de interceptores vuelan hacia nosotros, capitán Phoenix. Se acercan rápido hacia la estación espacial.
–Cuando alcancen los tres clics de distancia, desplegad el Mar Oscuro. Capitán Falcon, Capitán Nimura, salten al punto planeado. El Vértigo focalizará al coloso en cuanto esté a distancia. No uséis el haz de energía, necesitaremos los escudos para aguantar su potencia de fuego.
El Pies Grandes realizó un microsalto, alejándose de la nube ofensiva de interceptores. Cuando ocupó su nueva posición, su fuselaje fue cubierto por una pantalla luminosa que lo hizo resplandecer. El Gavilán también se desplazó, triangulando la posición con las otras dos naves. A la orden de Silver Phoenix, los torpedos de materia oscura se dispararon a la vez. La explosión oscureció la luz de las supernovas y aumentó hasta cubrir una esfera cúbica de diez mil kilómetros. El baño atrapó a los escuadrones enemigos, llegando hasta la línea de fragatas. Todo aquello que tocaba la materia oscura era comprimido hasta una millonésima de su tamaño. Los escuadrones desaparecieron en la oscuridad. Las fragatas sufrieron daños irreparables al desaparecer sus sectores de proa.
–Teniente Hilary, abra comunicación con el oficial más alto de la flota Trisalia.
–No comunica, capitán. Han bloqueado toda transmisión con nuestra frecuencia.
–Intentaba darles la oportunidad de rendirse. Este enfrentamiento va a prolongarse más de lo que creía –Phoenix abrió la comunicación con las demás naves de su flota –. Disparad fuego convencional contra los destructores.
–El coloso está maniobrando, inicia fuego en avalancha.
El intercambio de fuego se realizó a la par. Para sorpresa de Phoenix, los destructores enemigos desplegaron escudos de energía. Aquella ventaja quedó saturada en la primera oleada que se estrelló contra sus estructuras. Los impactos de la flota MORBO causaron daños severos a pesar de contar con tecnología similar. Su flota recibió la andanada de los destructores confiando en la barrera de energía. Los escudos de las naves aguantaron la descarga aunque su fuerza quedó agotada tras la embestida nuclear.
–Nueve segundos hasta la recomposición del escudo. Tenemos otra andanada en rumbo colisión.
–Microsalto de evasión. Coordenadas cero, tres, cero, cinco.
La J. Morgan se desvaneció de su posición. Los proyectiles atravesaron el vacío para explosionar poco después, atrapados en la gravedad de la supernova Fortuna. Nuevos escuadrones de cazadores surgían del coloso rumbo a ellos.
–Cargad torpedos de Mar Oscuro. Los cazadores pueden destruir nuestras naves auxiliares. Sincronizando el disparo en cinco segundos.
El vuelo de los torpedos volvió a cruzar la intensa luminosidad que las dos supernovas proyectaban sobre el área de batalla. Los tres explosionaron al mismo tiempo, inundando de oscuridad el espacio hacia la flota de Trisalia. La marea de materia oscura fue evadida por las naves enemigas más grandes, desapareciendo de su posición actual para reaparecer en la retaguardia de la flota defensora. El Nir se vio sorprendido por el fuego cruzado. La capitana Nueve levantó la señal de neutralidad aunque esta fue ignorada por las naves atacantes. Diez proyectiles impactaron en el crucero de información, levantando la armadura exterior en el sector de popa e inutilizando sus motores. El coloso irrumpió con tal ímpetu en el vacío que desplazo al crucero hasta la zona de atracción gravitatoria de Fortuna.
–El Nir solicita ayuda, no puede abandonar la zona de gravedad de la supernova Alma –comunicó Gracielle.
Phoenix tomó los mandos del J. Morgan y realizó un microsalto a la posición del crucero informativo. Desplegó los tubos de abordaje y estos se hundieron en el fuselaje de la nave por su cubierta superior. Otro nuevo microsalto puso a ambos cruceros fuera del empuje gravitacional. El lugar que escogieron entre la estrecha franja que dejaban ambas supernovas los puso a merced de los destructores enemigos. Descargaron toda su munición contra ambos cruceros. Cuando la andanada terminó, Phoenix pidió un informe de daños de ambas naves.
–Sector de carga, dañado. Fila tercera de artillería, inutilizada. Comprometida estructura en la cubierta de hangares. La Nir ya ha iniciado reparaciones. Sigue con los motores y el sistema de salto incapacitados.
–Activa los nanobots de reparación, contramaestre Gracielle. ¿Podemos desplegar el escudo de energía ahora?
–Negativo, señor. Podremos usarlo cuando nos desanclemos del Nir.
–¿El haz de energía está operativo?
–A media potencia, capitán.
–Será suficiente –Phoenix abrió comunicación con la flota –. Capitán Falcon fije al destructor Green Light con su haz de energía; capitán Nimura, haga lo mismo con el Carroñero. Yo apuntaré al Morning Star. Que el resto de vuestro armamento castigue al Tornado Estelar.
–¿Qué hacemos con el coloso?
–Tendremos que dejarlo para más tarde.
–Deberíamos pedir refuerzos –dijo el capitán Nimura–. Morgan está a un salto de nosotros.
–Negativo. Morgan se ha llevado el resto de la flota al sistema Cuervo. Si cae este punto, la seguridad en Astila estará comprometida. Tenemos que vencer a toda costa, fuego a mi señal.
Phoenix ejecutó la orden de disparo; las tres naves impactaron con su arma más potente a los blancos enemigos. El Green Light fue partido por la mitad mientras que el Tornado Estelar saltó en millones de fragmentos debido a la descompresión en cadena. El Carroñero acumulaba tantos daños que todo su sistema estaba comprometido. El Morning Star, sin embargo, había aguantado el disparo del J. Morgan. Devolvió el fuego contra los dos cruceros abrazados. Fueron las contramedidas de la Nir las que salvaron a ambas naves de la destrucción. Al momento, todos los cañones de la flota MORBO se concentraron en los destructores supervivientes. El daño dejó sin energía a las naves agresoras. Las carcasas sin vida cayeron hacia la órbita de las supernovas. Aquello dio un respiro al Nir y al J. Morgan, que aprovecharon para sellar las heridas de su estructura.
El coloso Garganta de Grall castigó a las naves más alejadas con sus doscientos treinta cañones. El contraataque saturó los escudos de la Pies Grandes, desnudando gran parte de su blindaje. La fragata pesada Gavilán pudo realizar un microsalto de emergencia antes de recibir el impacto definitivo. El Vértigo había mantenido la distancia toda la batalla. Centró su haz de energía sobre el coloso y había penetrado en el sector de estribor. Castigó la zona herida con munición convencional. La destrucción hubiera bastado para arrasar cuatro acorazados. El resultado en aquel titán espacial fue menor del deseado. Las contramedidas y el blindaje contrarrestaron gran parte del ataque. La contraofensiva del coloso fue directa y brutal. El Vértigo había descargado sus escudos y era vulnerable a los doscientos proyectiles que el titán había enviado contra él. La nave voló en mil pedazos, cada uno de ellos arrastrado por la gravedad de Alma. La señal de actividad desapareció de la cúpula de mando. Phoenix había perdido uno de los destructores más completos de la flota. Observó el área de batalla. Las naves auxiliares habían sido destruidas por el bombardeo masivo del Garganta de Grall. El Pies Grandes estaba bañado en fluido nanobótico, Falcon trataba de evitar que la nave se resquebrajara en dos. La Gavilán chisporroteaba mientras las reparaciones cerraban sus heridas a toda velocidad.
–Ordene la retirada, capitán Phoenix –dijo Nimura con cierta autoridad –. Perderemos estas naves para la defensa de Cerberus. Es un error hacer frente a uno de estos colosos.
–Escuchadme bien, vamos a saltar los tres a la vez al sector que os envío ahora mismo.
–¿Al costado de estribor de la monstruosidad? ¿Te has vuelto loco?
–Sigan mis instrucciones palabra por palabra, capitán Nimura. Que su miedo no se transforme en insubordinación. Estaremos a salvo. Los escudos nos protegerán en aquel lado de la nave. Su armamento está parcialmente dañado –Phoenix ordenó retirar los tubos de abordaje que los anclaban al Nir. El crucero de información quedó flotando inerte en el espacio –. Salto en cinco segundos, cuatro…
Las naves defensoras saltaron al mismo tiempo hacia el coloso. Las tres se alinearon donde el Vértigo había causado mayores daños. Phoenix lanzó el J. Morgan con los motores a plena potencia contra el enorme titán. Su estructura quedó clavada contra la coraza dañada. La Gavilán y el Pies Grandes imitaron el movimiento. El empuje se produjo durante tres clics de distancia. En aquel espacio, soportaron las tres naves todo el poder destructivo que el coloso era capaz de provocar. Entre tanto, el empuje iba cobrando mayor potencia. En quince segundos habían alcanzado el horizonte de sucesos. Phoenix ordenó el microsalto de retirada cuando notó el tirón gravitatorio de la supernova. La Nir aportó su granito de arena en la operación, bloqueando el sistema de salto del coloso. El titán estelar fue sucumbiendo a la fuerza de Fortuna, a pesar de emplear toda la potencia de sus motores. Phoenix observó las naves de su flota en la cúpula de mando. Las imágenes holográficas mostraban enormes daños en las tres. El capitán Nimura se mantenía a la espera de nuevas órdenes mientras Falcon era incapaz de conectar con ellos. El Pies Grandes había sido castigado con mayor dureza. Estaba más expuesto a los cañones del coloso. Phoenix insistió en la conexión.
–Vamos, Falcon. Conecta de una vez.
El puente de mando de la Pies Grandes permaneció en silencio. Una explosión abrió la cubierta superior del destructor aliado. Otras más pequeñas se sucedieron hasta detenerse de pronto. La teniente informática Hilary rastreó otras vías de comunicación.
–Pies Grandes –habló Phoenix por la línea convencional –. Comuniquen si necesitan ayuda.
–Señor… Le habla el sargento Huges.
–Sargento, ¿dónde está su superior?
–Ha… muerto, señor. El puente de mando ha entrado en descompresión. Ha estallado en pedazos. Hemos conseguido frenar la descompresión. Hay supervivientes en la cubierta de artillería y en la cubierta de carga. No hemos encontrado supervivientes entre los oficiales. El puente de mando está muerto. Necesitamos evacuación.
Phoenix ordenó a Nimura que anclara su fragata al Pies Grandes. El J. Morgan se acopló a la Nir. Su misión finalizó cuando programaron la baliza para que respondiera únicamente a la frecuencia de MORBO asociados. Regresaron cargando con las bajas de la batalla. Un relevo de dos nuevos destructores partió de Astila en dirección a las Gemelas. Silver Phoenix buscó a los almirantes. Morgan y Bolton no habían regresado del sistema Cuervo. El tecnomante Hoover había viajado con ellos. La estación espacial pareció vacía y desamparada en aquel momento. Un sudor frío le sobrevino en cuestión de nanosegundos. Apremió las reparaciones del Pies Grandes, activó el protocolo de defensa y esperó, alerta a una posible emboscada.